Cerca de Sevilla (Alcalá del Río) tuvo lugar la batalla final entre romanos y cartagineses. El triunfo de los primeros por sobre los segundos hizo que allí tuviera lugar la fundación de la primera colonia romana, Itálica, en honor al pais de origen de sus fundadores.
Julio César, el famoso conquistador de las Galias -luego asesinado por su hijo Bruto-, es quien convierte a los habitantes de Sevilla en ciudadanos romanos, con todos los derechos que esto significaba para aquella época denominando a la localidad Julia Romula Hispalis.
Tras la caida del imperio romano, fue ocupada por los visigodos y luego por los musulmanes quienes la convirtieron en la capital de un reino de tafias. Esto no impidio que los vikingos hicieran dos incursiones exitosas saqueando la ciudad.
Fernando III consigue conquistar la ciudad en 1248 y, como solian hacer todos los monarcas de la época, convierte las mezquitas en lugar de culto cristiano, convirtiendolas en templos o catedrales de gran magnificencia.
La unión del puerto y una colonia de mercaderes ingeniosos logra abundantes ventajas económicas que aparecen reflejadas en la arquitectura de la ciudad donde aparecen numerosos palacios de lo que esta constituyendose en la nueva burguesia urbana que viene a desplazar a la vieja aristocracia de muchos sitios de poder.
De la abundancia de recursos queda una muestra mas que acabada en la gran cantidad de edificios religiosos que se levantan durante aquellos años, incluyendo las iglesias de La Caridad y la de San Luis de los Franceses; la ciudad, por supuesto, no esta libre de problemas como la Peste Negra, que la azota en 1348, o la revuelta contra los judios de 1391.
El descubrimiento de América beneficia a Sevilla, quien se convierte en un importante centro económico porque los Reyes Católicos fundan allí la Casa de Contratación que controlaba los viajes al Nuevo Mundo y contabilizaba las riquezas que llegaban de él.
El traslado de muchas de las instituciones oficiales a Cadiz significó un gran desastre económico para Sevilla quien vio como, junto a sus actividades comerciales, descendia drásticamente su población, hasta quedar la mitad de lo que había sido en su época mas gloriosa.
El renacimiento se dio en el siglo XIX, cuando la llegada del ferrocarril y la decisión por parte del gobierno de ampliar los limites del ejido urbano permitió recuperar la economía y atraer a nuevos pobladores. (La celebración, en el año 1929, de la Exposición Ibeoamericana fomentó la edificación de nuevos parques y jardines a lo que se sumaron nuevos edificios planeados especialmente para este evento que, sin dudas, marco a la ciudad pero también a España).
El éxito de esa política puede comprobarse en los más de setescientos mil habitantes con los que cuenta hoy Sevilla que la colocan en la cuarto puesto entre las ciudades españoles mas pobladas, solo por debajo de Madrid, Barcelona y Valencia.
Hoy Sevilla es un importante centro comercial que presta servicios financieros, económicos e industriales fundamentales que la permiten situarse entre las ciudades más importantes del pais por el alcance y la ambición de sus proyectos.
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